La
radio es un medio de comunicación que se creó con fines distintos a los que
ahora tiene, nadie podía imaginar que aquella nueva forma de comunicarse entre
los hombres se convirtiera, con el paso del tiempo en una caja de sonidos que acabara
informándonos, entreteniéndonos, educándonos, acompañándonos en nuestros
viajes, despertando nuestra imaginación, haciéndonos reír, llorar, cantar...
Es
muy difícil atribuir la invención y evolución de la radio a una sola persona, aunque
se necesitan grandes paginas para recordar todo lo que fue la creación, en este escrito se darán a conocer los
aspectos más relevantes de la historia de este medio de comunicación.
Iniciaremos
en el 9 de octubre de 1921, cuando la ciudad de Monterrey inauguró su propia
estación de radio, operada y conducida por su inventor, el Ingeniero Constantino
de Tárnava. Para este acontecimiento, Tárnava preparó un programa musical que
se prolongó durante dos horas y en cuyo repertorio se incluyó la participación
de la joven intérprete Ana María Yturria.
Era
el inicio de la radio en México y con tan sólo 50 watts fue posible llegar muy
lejos. El creciente tránsito de música y voces convertidas en ondas, inundó el
espacio aéreo nacional y sumergió de lleno al país en el llamado Siglo de las
Comunicaciones.
Después
el 27 de septiembre de ese mismo año los hermanos Adolfo Enrique y Pedro Gómez
Fernández (autonombrados “los radiófilos”), lograron la primera emisión de
radio en nuestro país. En las instalaciones del Teatro Ideal, en la ciudad de
México, consiguieron que, en forma de ondas hertzianas, un par de melodías
fueran transmitidas y sonaran en el Teatro Nacional de Bellas Artes.
En
el año de1922, el gobierno posrevolucionario de Álvaro Obregón, tomó conciencia
de la necesidad de unificar a un país dividido y en crisis, así que vio con
buenos ojos los beneficios de contar con un medio idóneo para comunicarse con
una población “analfabeta”, en aquel entonces. Para ello, promovió la
instauración de un sistema de radiodifusión mixto, con el que se proporcionó a
entusiastas de esta nueva tecnología la posibilidad de instalar estaciones
privadas.
Para
el año de 1930, ya había 32 estaciones de radio registradas, entre ellas
destacaron la XEB, la estación de El Buen Tono en manos de José de la Herrán;
la reconocida como la más famosa radiodifusora de nuestra nación: la XEW, cuyo
valor no residía sólo en el potente equipo de transmisión con que contaba, sino
en la fórmula que utilizó para hacer radio, al incorporar un sistema de
programas de variedades que, con un formato en vivo, intercalaba música,
noticias y dramatizaciones. Con esta innovación conquistó paulatinamente a la
audiencia, hasta hacer de sus personajes, conductores y artistas, verdaderos
ídolos populares que, por sus voces e interpretaciones, trascendieron a la
pantalla grande en más de una ocasión. Así dieron forma a lo que se conoce como
la época de oro de la radio mexicana, cuando la sociedad y la radio estuvieron
más unidas.
Este
episodio romántico en la historia de la radio fue apoyado por una creciente
euforia nacionalista que exaltó las cualidades del mexicano, al promover su
música e intérpretes, así como el estereotipo del mexicano apasionado,
orgulloso y fiel a sus raíces. Pero dicha tendencia, subrayada por las
programaciones de la XEW y poco después por la XEQ, también llevó a cabo una
labor formativa y educativa, vinculando a los escuchas con el arte o
promoviendo campañas formales de alfabetización, con las que la responsabilidad
social del medio era ampliamente reconocida no sólo por las estaciones
relacionadas con el gobierno, sino por los locutores y periodistas radiofónicos
en general.
Durante
el gobierno de Pascual Ortiz Rubio se establecieron nuevos esquemas de orden
legal para la radio – a través de un régimen de concesiones del espacio aéreo.
Dentro de las acciones que en aquel momento el gobierno efectuó para obtener el
máximo provecho de la radio, estaba la elaboración de un reglamento de la Ley
de Vías Generales de Comunicación, publicado el 10 de julio de 1933. En él se
establecía la existencia de tiempos oficiales gratuitos y prioritarios para los
mensajes que el Ejecutivo necesitara transmitir a la población del país.
Las
iniciativas del presidente Lázaro Cárdenas, en 1936 y 1937, evidenciaron su
preocupación por participar activamente en el ámbito de la comunicación.
Cárdenas creo el Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad (DAPP) con la
finalidad de administrar a las radiodifusoras oficiales y regular el contenido
de las numerosas estaciones privadas de radio con que ya contaba la nación. No
obstante, apenas dos años después, el DAPP desapareció.
En
esos tiempos, un grupo de radiodifusoras privadas buscó hacer un frente común
para defender sus intereses dentro del marco de la ley. Así, en 1937 se
constituyó, en la ciudad de México, la Asociación Mexicana de Estaciones
Radiodifusoras, que meses después se transformó en la Asociación Mexicana de
Radiodifusoras Comerciales (AMERC), agrupando a 20 estaciones del país. Dos
años más tarde, la AMERC ingresó a la Cámara de Transportes y Comunicaciones,
donde constituiría la Sección Radio.
La
radio y algunos de sus productos alcanzaron mercados extranjeros, pues de la
asociación de Emilio Azcárraga Vidaurreta, propietario de la XEW y la XEQ, y
Clemente Serna Martínez, dueño de la XET de Monterrey, surgió en 1941 la
empresa Radio Programas de México, primera en explotar comercialmente la
grabación de programas radiofónicos en cintas magnéticas y discos de acetato
para distribuirlos en México y otros países. Los programas más significativos y
de mayor rating de la XEW y la XEQ se comercializaron en estos formatos para
que se pudieran transmitir en provincia y más allá de nuestras fronteras, con
lo que le dieron carácter internacional a muchos de nuestros artistas.
Ese
mismo año, el gobierno promulgó una nueva Ley de Cámaras de Comercio e
Industria, con la que poco después la Secretaría de Hacienda aprobó la
constitución de una Cámara Nacional de la Industria de la Radiodifusión (CIR),
de la cual fue elegido como primer presidente, Emilio Azcárraga Vidaurreta.
Durante
la década de 1940 y parte de la siguiente, se desato la proliferación de
cadenas radiofónicas en el territorio nacional, con un esquema cada vez más
sólido gracias al empuje de iniciativas privadas. Con el antecedente de que no
todos contaban con la infraestructura o los recursos para producir programas de
la naturaleza de las grandes radiodifusoras, la fórmula de cadenas que se
estableció implicaba una ganancia para todos los involucrados, pues mientras
las pequeñas estaciones podían vender a mayor precio sus espacios comerciales
por contar con programas de más rating, las grandes emisoras ofrecían a sus
clientes una cobertura territorial mucho mayor. Así, aparecieron en nuestro
país las cadenas Azul, Radio Mil, Radio Continental, Radiodifusoras Unidas
Mexicanas, Radio Cadena Nacional, Radiodifusoras Asociadas y Radio Central
Radiofónica, entre otras.
Pero
sin duda, el gran ganador de este vertiginoso desarrollo de la radio nacional
fue México. En cuestión de veinte años, la red radiofónica se convirtió en el
sistema central de comunicación del país, al difundir, más allá de la mera
información, los cimientos para un nuevo esquema de vida. La radio consiguió
unificar de manera excepcional a una población geográficamente dispersa y, a su
vez, transformó la percepción del mexicano acerca de su lugar en el mundo. Los
relatos y noticias que llegaron a través de cadenas radiofónicas nacionales y
extranjeras, como la CBS o la BBC, dieron un nuevo y más amplio contexto a los
escuchas sobre los sucesos internacionales y la participación de nuestro país
en ellos. Tal fue el caso de la Segunda Guerra Mundial, primer conflicto bélico
de carácter internacional cuyo desarrollo se pudo seguir por este medio.
Aunque
los ojos del país estaban puestos en la televisión, la radio también
experimentó avances que refrescaron su panorama: en 1952 empezó a operar XHFM
Radio Joya, la primera emisora mexicana que utilizó la Frecuencia Modulada
(FM). Además, una nueva práctica se puso de moda: la transmisión de discos
grabados. Si bien durante mucho tiempo los programas de radio consistieron en
narraciones y música en vivo, el empleo de grabaciones y discos de acetato
hicieron que la programación incluyera mayores tiempos aire con música grabada.
INICIO DE LA FM
A
fines de la década de los cuarenta, gracias a los avances tecnológicos en
radiodifusión, en México comienza a experimentarse con la Frecuencia Modulada
(FM). En 1952, Don Federico Obregón Cruces instala la primera estación de este
tipo, la XHFM FM, misma que permanece hasta el año de 1957. Dos años antes, en
1955, el señor Guillermo Salas Peyró logra darle un real impulso a la FM al
instalar, en la capital del país, la XEOY FM, primera emisora en América Latina
que transmite en sistema estereofónico.
La
radio fue rápidamente adoptada por todos aquellos que se acercaron a esta nueva
tecnología. Comenzó a penetrar en la familia para dar a sus integrantes un
contexto social, cultura y compañía. Su poder de convocatoria para unir en un
mismo marco temporal, en torno a un contenido, le dio a este medio un
fantástico ritmo de crecimiento.
Poco
a poco le dimos a la radio un lugar en nuestros hogares y gracias a ella ahora,
en nuestros días cada vez que escuchemos nuestra estación favorita recordaremos
todas aquellas anécdotas que hicieron de la radio el medio de comunicación más
importante para la sociedad mexicana recordando así también los personajes que
contribuyeron en la evolución de la radio.